ABRIENDO CAMINOS: DEL FEUDALISMO A LA PRODUCCIÓN SOLIDARIA
(DE LA CRISIS A LA ESPERANZA)
La Cooperativa Multiactiva del Cesar, con el apoyo del Gobierno del Cambio, podría recuperarse. En sus mejores tiempos fue una agroindustria que llegó a tener casi mil empleados y a cultivar unas 20 mil hectáreas de algodón, maíz, arroz y soya, en ciclos distintos. Con el TLC y la apertura económica comenzó su declive. Luz de esperanza en convenio SuperSolidaria, Alcaldía de Aguachica, MINCIT, iNNpulsa, ADR y Cámara de Comercio.
Por Carlos Ramos Maldonado (periodista CNP Colombia)
Desde los períodos precolombinos y de las encomiendas feudales de la Colonia, el sur del Cesar ha sido una de las comarcas más productivas del país, al tanto de llegar a ser la primera zona lucrativa del Departamento, especialmente por el renglón agropecuario, por encima de los beneficios de la minería. Esta Subregión Sur del Cesar está enclavada entre la serranía de los Motilones y el río Magdalena, y entre las extensiones meridionales del complejo acuoso de Sahaya (de gran riqueza íctica) hasta el río Lebrija.
En 1966 el liberal Carlos Lleras Restrepo llega a la presidencia de Colombia con el ideario progresista del expresidente Alfonso López Pumarejo (1934-38 y 1942-45), especialmente sobre la Reforma Agraria, la economía solidaria, la creación del Instituto Nacional de Abastecimiento (INA) y la equidad en la relación obrero-patronal. Además, Lleras Restrepo implementa el INCORA creado por Alberto Lleras Camargo en 1961 para promover el acceso a la propiedad rural. Precisamente, en 1967 se crea el Departamento del Cesar y Lleras nombra como primer gobernador al descendiente de la región Alfonso López Michelsen, posterior presidente de la República (1974-1978). Es decir, el gobierno nacional mira al Cesar no solo como despensa para garantizar la soberanía alimentaria de los colombianos, sino también como productora de insumos para la agroindustria y la exportación. Lleras retoma en 1968 el INA y lo convierte en el IDEMA, que estimuló la producción agrícola y la estabilización de precios para proteger el mercado nacional frente a la competencia foránea.
En el municipio de Gamarra, antiguo Puerto Nacional, cruce de caminos entre Venezuela hacia el Río Magdalena y la estación del Ferrocarril Nacional, el Gobierno edificó un considerable silo del IDEMA con capacidad para asegurar más de diez mil toneladas.
En esos tiempos, en que apenas una tercera parte de la tierra disponible estaba en manos de medianos y pequeños productores, Lleras y López promovieron como políticas públicas, además, las doctrinas cooperativas recogidas de la Escuela de Nimes, que permitiría la colonización colectiva de baldíos y disminuir las desigualdades en el trabajo agropecuario, generando un apogeo productivo ya con nuevas estrategias de créditos agrarios, con incentivos para sistemas mecanizados y unidades de abastecimiento eléctrico que atrajo numerosos emprendedores y recolectores del campo de afuera del territorio, entre ellos, santandereanos de ambos lados, huilenses y tolimenses, la mayoría desplazados por la violencia armada que sufría el interior del país, fenómeno sociológico que generó una clase media emergente, rompiendo la dicotomía entre pocos hacendados ganaderos ricos y muchos trabajadores rurales pobres.
Dice el periódico El Pilón de Valledupar que “Cuando el Presidente Carlos Lleras Restrepo en 1967 tomó la determinación de nombrar a Alfonso López Michelsen, primer Gobernador del departamento del César, creyó que la transformación social y económica que proponía el nuevo mandatario regional, llegaría al naciente departamento organizando la parte administrativa y financiera, pero, sobre todo, fomentando la irrigación de créditos para el sector primario”.
Un sueño de López Michelsen como Gobernador, según publicación del diario capitalino El Espectador, fue “Tengo especial interés en que Valledupar no se convierta en una capital centralista y absorbente. El Sur, que ha sido la región más olvidada del Departamento, va a recibir la mayor atención, para que nadie se sienta defraudado”.
1970, nace Coalcesar por las huellas de Oro Blanco
La llamada Revolución Verde para producir Oro Blanco en el vasto territorio fértil del Cesar comenzó preciso a finales de los años 60s, con la expansión agrícola de todo el valle del Río Cesar hacia las estribaciones nororientales de la cordillera andina; es decir, las subregiones Central y Sur del Departamento, impulsada en principio por el Gobierno y seguida por las agremiaciones campesinas.
Habría de recordarse que, previamente, desde 1950, el Banco Mundial recomendó políticas para penalizar del uso ineficiente de las tierras, por lo que en 1957 en Colombia se decreta la sustitución de importaciones de productos agropecuarios para incrementar y proteger la producción nacional.
En ese escenario propicio, un grupo de 58 medianos agricultores nativos y foráneos de la jurisdicción de Aguachica emprendieron la tarea de asociarse en torno a otra cooperativa del Espinal (Tolima), congregando 1792 hectáreas para producir inicialmente algodón. Ahí comenzó la magia que, a pesar de tantas alegrías y vicisitudes, según los tiempos, no agota la inspiración ni la esperanza.
Coalcesar, ya como cooperativa independiente, llegó a cultivar unas 20 mil hectáreas, principalmente de algodón, pero en ciclos variados también producía maíz, arroz y soya, financiando, además, cultivos de su interés en otros lugares del Departamento y en Santander, Bolívar y Magdalena. Incluso, construyó unas instalaciones agroindustriales dentro del área propia del complejo y extendidas que agrupa más de cien hectáreas (para prestar los servicios de trilla y secamiento, más desmonte y empacamiento de algodón y cereales) y una pista de aviación para asperjar agua y agroquímicos.
Con su sólida y férrea estructura empresarial, liderada, entre otros, por Mario Rodríguez Rico, logra los créditos necesarios y se acrecienta el patrimonio de capital, apostando equipos de alta tecnología, diversificando los cultivos, generando alternativas de trabajo y forjando presencia agroindustrial a nivel nacional e internacional.
La clave fue la estrecha relación entre el Estado y sus políticas públicas de desarrollo agrario con el sector privado de economía solidaria, constituyendo una positiva opción articulada propietarios asociados, medios de producción y trabajadores también agremiados, en una alternativa no tradicional para promover el bienestar social general.
El emprendimiento y la creatividad asociativa, más la autoconfianza, la efectividad en el trabajo y la voluntad política, fueron los valores primarios para cimentar ese capital económico y social que activó el motor de desarrollo del sur del Cesar.
Los mismos habitantes de Aguachica y Gamarra comentan que fueron sus mejores tiempos.
Intervención de SuperSolidaria
Ante este panorama, encerrados en un tejido escabroso, sin futuro cierto, la Superintendencia de Economía Solidaria tomó posesión de la Empresa desde el 29 de diciembre del 2017 y ordenó su liquidación forzosa administrativa el 13 de mayo del 2022, con medidas de salvamento que aun, hoy, no se resuelven, a pesar que la agencia interventora ha aliviado el compromiso de las deudas y ofertado acciones para nuevos asociados.
Pero, del apogeo a la crisis
Primero, la Constitución de 1991 le puso puntos suspensivos a la reforma agraria, que quedó desfinanciada, comenzando por el no ajuste del ordenamiento territorial (que debería darse alrededor de los ecosistemas, del agua y la tierra fértil) y la carbonización de la economía; segundo, la apertura económica, que desprotegió la producción nacional, realmente arruinándola, y, con el desestimulante TLC, a merced del mercado imperial; tercero, la violencia armada, que azotó mayormente el antiguo Magdalena Grande, generando tragedias, miedo y desplazamiento, empobreciendo los territorios provinciales, y, cuarto, la pandemia del Covid-19, que paralizó la economía mundial, comenzando por la producción agrícola, que es la propulsora de la cadena productiva.
A esto, para el caso de Coalcesar, se suman los autopréstamos, que dejaron sin fondo las arcas de la empresa, además de no recibir los aportes sociales ni poder saldar deudas adquiridas; o sea, ruina y desolación, todo a pesar de la pretensión de prestar los servicios agroindustriales a terceros no asociados.
Con ello, la gestión para recuperarla comenzó su enrutamiento: lo primero fue el inventario actuarial de la Empresa y el proceso de sensibilización con los socios para motivarlos a ponerse al día con sus aportes sociales para mantenerse activos y poder así tomar decisiones sobre la reactivación, y, también, renegociar los arriendos de bienes inmuebles que la Cooperativa tiene en Aguachica. Siguió la relación de acuerdos con acreedores y deudores, más el relacionamiento con las autoridades públicas y civiles de los diferentes entes territoriales en el que se desenvuelve el objeto social de la Empresa.
En este sentido, en el nivel municipal, se ha entablado conversación con el alcalde de Aguachica, Víctor Róqueme, para resolver el tema de posesión de hecho de unos predios del complejo agroindustrial por parte de unos campesinos, más la renegociación sobre los compromisos tributarios, y se ha agenciado correspondencia con la Cámara de Comercio de Aguachica como órgano consultivo para certificar la reactivación mercantil de la Cooperativa, y en el nivel departamental, con los delegados seccionales de las agencias iNNpulsa y ADR, para reformular la gestión agroindustrial con el respaldo de la Gobernación y del Gobierno Nacional (MinCIT y MinAgricultura) en pro de modelar la economía solidaria y el desarrollo popular, de acuerdo a las políticas implementadas en el Plan de Desarrollo del Presidente Gustavo Petro.
COMUNICADO COALCESAR ABRIL 2025
REGISTROS FOTOGRAFICO DE LA VISITA DEL AGENTE LIQUIDADOR DE COALCESAR.
